LÍQUENES COMO BIOINDICADORES DE LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL...(1º PARTE)

Los líquenes no son organismos individuales, sino asociaciones mutualistas que se desenvuelven como una única unidad, asociaciones entre hongos y algas o entre hongos y cianobacterias, ya que las cianobacterias, podríamos decir que son algas procarióticas, de ahí su reciente exilio de las algas “al uso".

Grupo de cyanobacterias (antiguas algas verdeazuladas)

Los tejidos del hongo rodean al alga o cianobacteria fotosintética, encargada ésta de realizar la fotosíntesis y por ende, de abastecer al individuo de alimento, mientras que el hongo se encargará de aportar el “esqueleto”, el sustento físico y terrenal que los ancla a Gaia de manera irremediable. Es la relación entre esta pareja lo que determina el tipo de desarrollo: en forma de costra (crustáceo), en forma de hoja (foliáceo), o de diminuto arbusto (fruticuloso). Con relación a su nomenclatura, los nombres científicos que se aplican a los líquenes se refieren exclusivamente al hongo, y la clasificación de los hongos formadores de líquenes (liquenizantes) se encuentra hoy en día bien integrada con el resto de la nomenclatura micológica; osea, cuando hablamos de líquenes en terminología puramente científica nos debemos referir a ellos según la nomenclatura que posea el hongo que lo forma, ni más ni menos.

Hecha una pequeña introducción con respecto a la simbiosis formada por el hongo y el alga, tratemos ahora de relacionar y asociar con ella la otra dimensión de la que hablaremos en el artículo, la contaminación.
La contaminación se define como concentraciones relativas a un “ende”, por encima de los niveles aceptados por la ley, más o menos, no seamos elitistas eh. Las técnicas para valorar la contaminación son costosas, por lo que la utilización de líquenes como bioindicadores se generaliza cada vez más. Los líquenes permiten una medición a largo plazo de los niveles de contaminación en grandes áreas o áreas remotas de difícil acceso y, por lo tanto, actúan como señales de alarma también en ecosistemas poco accesibles para el hombre pero no por ello menos importantes.

La mayor ventaja de los bioindicadores es que continuamente están en el hábitat objeto de estúdio, cosa que un equipo de medición no hace (pues toman las muestras de aire de forma periódica), por lo que si en algún instante, por muy corto que sea, tiene lugar algún hecho que pueda afectar al medio ambiente, los indicadores biológicos lo detectarán, mientras que probablemente los equipos de análisis no estarían operativos y por lo tanto, no lo detectarían.

Otra ventaja es que los bioindicadores son organismos vivos. Eso quiere decir que sus respuestas nos indican directamente si se está produciendo algún daño sobre los seres vivos, como ellos. Midiendo únicamente valores físico-químicos, estos efectos sólo pueden suponerse.

Para terminar la clase magistral de hoy y por miedo a obligaros a ir a la cama antes de tiempo solo diré a mayores, que los bioindicadores, en éste caso los líquenes, permiten evaluar la calidad del suelo, el aire o el agua de manera muy útil, fiable y económica, tal y como hemos visto un poco más arriba, ya que algunos de ellos son muy sensibles a los efectos de algunos contaminantes, es más, dependiendo del ecosistema del que se trate podrémos utilizar como referéncia unos líquenos u otros ya que cada especie de líquen puede tolerar unas concentraciones determinadas de contaminantes y no otras, si se superan, desaparecen. Cuando hay contaminación en un lugar sólo encontraremos aquellos líquenes más resistentes. Por todo ello debemos de conocer los rangos habitables y el nicho ecológico de éstos simbióticos seres vivos. Mañana más (y mejor).

"Ramalina farinacea"