Un día en el infierno

LLegó el fin de semana y con él el viento, la lluvia y el frio. LLegaron las ganas de encontrarse con los amigos y la familia, o mejor dicho, con nuestras dos familias porque los buenos amigos son al fin y al cabo nuestra familia más incondicional.

A medida que me acerco a León y diviso sus montañas, mis montañas, mi estómago se abre, mis pupilas se relajan y respiro con más tranquilidad, como un niño que corre al abrigo de sus padres así corro yo al refugio de mi Pulchra Leonina. Pero esta vez la romería no pasó por la capital si no por la ruta de los templarios, salió del Palacio episcopal de Astorga y no se detuvo hasta llegar al Castillo de Ponferrada, atalaya desde la que entonces sí, pudimos contemplar la belleza y virginidad de unas tierras que momentos antes eran para nosotros el infierno.

En la plaza mayor de Astorga, momentos antes de que saliera el primer cavernícola

Corrimos con humor y buen hacer pero fuimos bravos y no nos conformamos con aparecer, quisimos ganar pero nos ganaron, quisimos reírnos y lo hicimos, quisimos estar juntos y luchar, y lo hicimos. Del infierno no me llevo la ojalata perecedera de los premios, me llevo la satisfacción y el orgullo de haber estado en un lugar mágico, un día especial y con la mejor gente posible, con gente cojonuda.

Puede que el disco duro entre en fallo cardiaco y no pueda recuperar todas aquellas fotos que en algún momento significaron algo para mí, pero lo que nadie conseguirá borrar de mi retina es a aquel cavernícola de pómulos marcados y mirada brava, rabiosa, que apretaba los dientes con furia cuando en la cruz de ferro salía de entre las brumas para tocar el cielo. Aquel que ampliaba zancada y apretaba los puños cuando descendía cuan camicace por el filo del infierno.

Somos unos cebaos, así se llamaba nuestro equipo y de esta guisa nos dejamos ver durante la carrera.

Si quieres ver otras crónicas de la carrera, lo que sin duda te aconsejo si quirres enterarte de algo de lo que pasó, aquí te dejo algún enlace interesante:

Gargar
Edu
Fernando

Un saludo