miércoles, 4 de julio de 2012

Iglesia y prados de Tolibia de Abajo


El arroyo de las Tolibias parte en dos el pueblo miestras salpica el valle de prados verdes que en el estío recuerdan quehaceres de otros tiempos. Pueblo de paso que hace muchos siglos observaba a las tropas romanas en su peregrinar hacia tierras Astures a través del paso de Vegarada. Por San Isidro no es difícil escuchar una variante del romance "La Dama de Arintero" mientras las campanas de la iglesia llaman a misa. Iglesia en cuyo interior se encuentra una capilla del siglo XII con escudos de tres célebres apellidos del valle: Orejas, Getino y Canseco. Gentes duras que sobreviven tras las hoces y detrás del desarroyo y que allá por 1916 mandaron tallar el busto que se erije a un kilómetro del pueblo camino de Lugueros y que no es otro que el del maestro del pueblo, "Don Pedro García de Robles" como dirían aquellos muchachos que tras los mocos y los sabañones fraguaban un gran aprecio y admiración por este profesor de principios del siglo pasado.


Es aquí, en el fondo del tiempo, en el lateral de la civilización, sobre estos verdes prados, donde la nieve se convierte en vida y la conciencia aprendió a sestear sobre una manta de lana y un cesto de paja.

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